En Memoria de C.O. |
una mano piadosa le dio sepultura.
Recogió sus recuerdos, y los mandó a su hogar,
y le lloró con lágrimas de emoción y ternura,
le lloró con las lágrimas del que sabe llorar.
Y se quedó muy solo el pobre soldadito,
entre lagos y sauces que el viento no meció.
Y unas hierbas muy verdes brotaron de su tumba,
la cruz se puso negra de pena y de dolor.
tu nombre victorioso no sabrán olvidar,
Y cuando cae la tarde y salen los luceros,
allí está el falangista junto a sus compañeros.
F. García- T. de la Loma.
Hoja de Campaña nº 6. 1941.