Este blog tiene un carácter HISTÓRICO-CULTURAL y no plantea reivindicaciones políticas de ningún tipo, descartando otro fin que el mero ESTUDIO HISTÓRICO.
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La División Azul y sus enfermeras.

Siempre que se habla o escribe de la actuación en Rusia de la División Azul, las acciones bélicas se anteponen a toda otra manifestación que sea ajena a la primera linea de fuego o la espiritualidad de sus funciones y cometidos anticomunistas.
Hablar de la División Azul es recordar y vivir los duros combates, duros y cruentos combates por los sectores del río Wolchow o por los aristocráticos arrabales de Leningrado. Hablar de la División Azul es recordar a Possad, a Russa, a Sitno... al lago Ilmen; hablar de la División Azul, es tener presente al río Ishora, al río Slawianka, a Puschkin, a Krasnybor, a Kolpino...
Pero si la División Azul alcanzó méritos inmensos y singulares en el frente de combate, en la retaguardia -cercana al frente- confirmó una vez más su noble ejecutoria de madrona, con la innata y extremada generosidad de corazón español. Sentimientos de bondad y amor al prójimo se extendieron por todas las aldeas cercanas al frente, creándose una amistad que estoy por asegurar hoy persiste. ¿No creéis, camaradas, que si por alguna aldea cercana al río Wolchow, por un pueblo destruido entonces, se viera hoy el escudo dela División Azul, los rusos y rusas ya maduros no lo reconocerían y con él nuestra amabilidad? ¡Cuánta hambre se combatió y cuanta enfermedad se curó!... Todo fue historia... amor... crueldad. En el frente el trágico diálogo de las bombas de mano y de las bayonetas, en la retaguardia, España haciendo de dulce matrona.
Mas la historia de la División Azul tuvo también sus capítulos de heroísmo femenino y de misericordia. Heroísmo con tocas en la cabeza en vez de cascos de guerra, y el denominador común del escudo divisionario en el brazo: Nuestras enfermeras divisionarias. 
¡Cuanto dolor mitigaron en los hospitales de Berlín, de Konisberg, de Vilna, de Riga...! Por ello, queridas camaradas, quiero a través de este escrito rendiros el homenaje sincero de un divisionario que tuvo el honor de estar en vuestras manos, y agradeceros en nombre de la División Azul todo cuanto trabajasteis con la infatigable amabilidad de mujer española en tierra extraña. Erais, madera de sándalo.
Recuerdo que el hospital de Riga- corría el año 1944-, un teniente herido- entonces estaba en línea de fuego la Legión Española de Voluntarios al repatriarse la División Azul- en el sector del río Mga, escribió unos versos en honor a las últimas ocho enfermeras que se quedaron voluntarias...
Ocho enfermeras trataban
en el hospital del frente...
y las iba retratando una a una con gracia y donaire, acertando hasta en pequeños detalles que señalaban perfiles y personalidades. Los versos los finalizaba de esta manera:
"Beau fieste", magnifica hazaña
que jamas deberán olvidar
ni la División Azul, ni España.
Gracias, enfermeras españolas de la gloriosa División Azul. Gracias en nombre de los que sin pasar por hospitales de sangre conocieron vuestra humanitaria labor a través de camaradas heridos e incorporados al frente. Gracias, queridas enfermeras, en nombre de miles y miles de heridos y mutilados que directamente conocieron vuestro sacrificio, duro y molesto, pero amplio en amor y vocación. Y gracias en nombre de los familiares de nuestros caídos, de los que desde su lucero vigilan con sus alertas el porvenir de la Patria, de esos gloriosos camaradas que al entregar su joven vida en un hospital, vida que se escapaba por tremendas heridas y mutilaciones, manos de mujer española, manos amantes de madre, cerraban sus ojos en postrero adiós. ¡Dios os bendiga siempre!
Si alguna enfermera ya no existe, tengo la seguridad que en los luceros falangistas de la División Azul se dio el grito de ¡Presenten armas! como homenaje sincero, cariñoso y lleno de amor a la enfermera de la División azul.
Angel Eustaquio Gil Martin
Presidente División Azul. Salamanca
Fuente: Boletín Blaudivision nº 111. Noviembre de 1968.